Libros
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/Por Juan Terranova. Sábado. Ayer cené con Canal, Marzioni, Alcácer y Mavrakis en una parrilla al paso de Villa Crespo. El piso en la vereda estaba inclinado como si fuera una vieja casa de la risa. Alcácer le decía “la parrilla de Vecino” y recordó que ahí se juntaban a pensar una excelente revista que hacían ya hace un par de años. Después, cerca de las once, Canal y Marzioni partieron y nosotros nos fuimos a la presentación de un libro en Palermo. En el auto de Alcácer, Mavrakis comentó que esperaba el fracaso de un novela de próxima publicación ya que su éxito lo devastaría emocionalmente. (No uso ni ese verbo ni ese adverbio pero el énfasis era ese.) Me acordé de la frase de Gore Vidal, “No basta con tener éxito, otros deben fracasar”, pero no venía por ahí la cosa. Le genera malestar todo lo que le recuerda la falta de inteligencia, la incapacidad real de leer, del campo literario actual, o al menos esa parte donde nos toca movernos a nosotros. (¿Hago mal en suponer que en otra época se leía mejor? Siempre se lee mejor en otra época porque la objetivizamos. En todas las épocas se leyó tan bien como mal. El tema, supongo, tiene que ver con los que te rodean. Y hoy con Facebook uno tiene muchísima más conciencia de eso, casi de forma taxonómica.) Hoy a la mañana no me acordaba bien de la anécdota y Alcácer me la recordó por mail.
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Por Juan Terranova. Por un link de Maximiliano Tomas llego tarde, unos quince días tarde, a una columna de Martín Kohan publicada en Perfil. Kohan no es un columnista interesante. En espacios demasiado acotados, se traba, no arranca, sufre cierta parálisis, ofrece, sobre todo, vaguedades. Necesita, me parece, apoyarse en la argumentación, en la arquitectura y las garantías de la razón, y no admite ser retórico o arbitrario, o retórico en la arbitrariedad. Probablemente vea en estas características del género, por su formación, por sus convicciones, un gesto efectista. La columna a la que me refiero, titulada “Ponele la firma”, no es excepción. En ella retoma el viejo arte de agredir a Ernesto Sabato, contraponiéndolo a Witold Gombrowicz. Como desafío crítico, resulta pobre. Mientras Gombrowicz “se ocupó mayormente de incordiar en el campito intelectual argentino, detectando y contrarrestando la media de sus lugares comunes”, el talento de Sabato “consistió en percibir, podría decirse que sin falla alguna, para dónde soplaba el viento en cada caso, para volar justo en esa dirección”. Luego, muy tarde y de forma muy incompleta llega una queja contra el prólogo del Nunca más. Elsa Drucaroff se tomó hace ya un tiempo el trabajo de leerlo y desglosarlo con perspicacia, produciendo el análisis que un texto así demandaba. (Véase Elsa Drucaroff, “Por algo fue. Análisis del “Prólogo” al Nunca Más de Ernesto Sabato”. En revista Tres Galgos Nº 3, Buenos Aires, noviembre del 2002.) Más allá, sobre el final de la columna, sufrimos como lectores una invocación a la militancia y a los muertos que resulta tosca y basurera. Copio: “Se trata de que cada cual, y aun los muertos, den el nombre a lo que es tan sólo suyo”. Solapando la lírica, ¿es necesario recordarle a Kohan que los muertos no hablan, que son hablados, manipulados, que no tienen posesiones? Esta invocación zombie dice mucho. Pero la finalidad de este comentario es otra. Recorto, de entre tanta grasa fría, la mención de los “lugares común”. Me interesa porque veo que Kohan no hace otra cosa que reeditar masticados ritornellos de pasillo universitario. Afectado, pomposo, no lee. No propone lecturas. En su lugar, se dedica a refritar. (¿No es la fritanga una marca del género también? Sí, pero no la más interesante.)
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Por Juan Terranova. Lunes. Leo en un muro de Facebook un proverbio chino: “La oscuridad reina a los pies del faro”. Es un reinado nocturno, desde luego. Casi como Internet.
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/Por Juan Terranova. Lunes. Leo esta frase del psicoanalista Carlos Garcia: “El psicoanálisis se orienta hacia los desechos, hacia una clínica de lo incurable”. Psicoanálisis, desechos, clínica, incurable. Es una muy buena frase, muy completa y justa. No parece escrita por un psicoanalista, pero ya aprendí que se pueden esperar cosas buenas incluso de los psicoanalistas.
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TRISTEZA Y ALEGRÍA |
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JÓVENES FANTASMAS/ |
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PLACER PLEBEYO/ |
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AUTOR, OBRA, GESTOS Y PALABRAS/ |
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NOTICIAS E HISTORIAS EN INTERNET/ |
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DEL 2002 AL 2012/ |
Diario de lecturas 38 |
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