Libros y Lecturas

 

Lunes. Durante mi estadía en las Shetland del sur trabajé a conciencia para responder, de forma más detallada posible, qué se comía y por qué en la Antártida argentina. Pero luego no hice nada. Tengo fotos de platos, recetas, ingredientes, anotaciones de todo tipo sobre el trabajo de cocinero y ayudantes, sobre cómo se preparaba la cena y el almuerzo, sobre cómo se guardaban y cuidaban los víveres. ¿Voy a hacer una nota? También tengo que terminar mi pieza sobre Carlos Astrada el sur del sur. Metafísica y gastronomía, entonces, esperando al escriba. ¿Por qué no pedir ayuda a una inteligencia artificial? En ese caso sería Esperando a robot.

Lunes. Ordeno mi semana: imprimir fotos, corregir diario, rechazar invitaciones. (Para escribir hay que quedarse en casa. No se puede salir y escribir. Pero al mismo tiempo, escribo todo mal. ¿Por qué? ¿Por qué odias mis trenes, señor?)

Viernes. En bicicleta hasta la casa de Robles. Tomamos un café y después almorzamos. Somos amigos y nos vamos haciendo viejos hablando de libros y de Internet. Es una de las formas de la felicidad que conozco.

Lunes. Sigo leyendo a Jules Renard. El diario incluye al menos dos descripciones, la fundación de una revista literaria y un banquete de artistas, que no envejecieron.

Lunes. Primer lunes en la ciudad. Retomo actividades y lecturas justo donde las dejé. Me sorprende esa disciplina. ¿Qué traje de allá? Fotos, video, notas, audios de los cual pacientemente extraeré un libro, o dos, y algunas imágenes, o varias.

Los buzos fueron a limpiar el lugar donde se había estado bajando la carga del Irizar, sobre todo combustible. y subiendo basura y material científico. Los acompañé y más allá, a la altura del incinerador, había un grupo de personas. Me fui acercando y vi que fotografiaban un pingüino quieto y gordo. Según Mara, la técnica de aves del Instituto, es la primera vez que se ve un pingüino emperador en Carlini. No es un ave de acá, dice. El pingüino apenas se mueve, hipnótico y rígido.

Hay algo en la Comedia de Dante que convoca lo gráfico. Los muchos niveles del poema, que desconciertan o se prestan a confusión, encienden en el lector el deseo de un mapa. Por eso, son muchas las ediciones que incluyen esquemas, más o menos esmerados, más o menos artísticos, que, en teoría, ayudan al lector a ubicarse en el universo dantesco.

Domingo. Por el 2 de abril se hizo una ceremonia de saludo a la bandera. El personal militar formó frente al mástil a las 8.45 y también vino el personal civil. Cantamos el himno y la marcha a Malvinas y me dieron la palabra para que hablara sobre Malvinas. Agradecí a las autoridades y dije que la guerra no había empezado el 2 de abril sino el 1 de mayo con los bombardeos británicos a Puerto Argentino y de forma definitiva el 2 de mayo con el hundimiento, fuera del área de exclusión, del crucero ARA General Belgrano. Después señalé la deuda historiográfica argentina, la deuda que nosotros, los hombres de letras argentinos, los escritores, los historiadores, tenemos todavía con este conflicto y con las fuerzas que en él participaron. Dije que mucho de los pelearon eran antárticos y habían estado en la campaña 81/82. Propuse que usáramos el 2 de abril para recordar que éramos una nación independiente y soberana, recordar a los que murieron peleando y a los que volvieron y al final leí el poema de Tranströmer sobre Haydn. Después fuimos a desayunar. Hacia las diez bajé a ver el hielo que la marea baja había dejado en la costa y el sol hacía brillar.

Jueves a la tarde. Salió el sol. Incluso con sol la base recuerda, cada tanto, a La cosa de Carpenter. También se repite una escena. En algún momento del dia, Rebollo Paz entra en la habitación donde yo estoy escribiendo y dice: “¡Terranova, no sabés las fotos que saqué!”

Uno de los electricistas antárticos de la base me habla de una expedición a otras zonas de la isla donde ponían los guantes en el caño de escape del Unimog para calentarlos. Me cae bien. Es buen narrador. Le digo que no hace tanto frío. Me dice que no, que todavía no.